El viaje comenzaba en un abrupto océano de roca que exigía sacrificio y destreza, después unos momentos de calma, de esa que precede a la tormenta, y momentos después mares enfurecidos, desplomados y dificultosos, se abalanzaron sobre nosotros, no permitiéndonos tregua en la lucha.
Rocas desechas por la presión de tan magno mar se sucedían a tramos compactos de difícil ejecución forzando nuestro gesto en una danza imaginativa y precisa. El trazado quebradizo y hábil nos transporto en nuestro viaje cual náufragos en un mar de impertérrita soledad en el océano de la sin razón. Nuestras manos dotadas del sentir hallaban el avance en ese devenir macabro, hartas de aspereza y rugosidad, se emborrachaban de tensión y fuerza.
Desgastados por el insistente contratiempo avanzamos surcando el espacio hueco de la imaginación y sin una gloria ni un festejo fuimos orillados en el confín de la vertical "la cima", momento en el cual fuimos conscientes de nuestra dicha.
La lucha había cesado y el viento transportaba el aroma del triunfo, de la superación del reto, de lo que fue y no tornara a ser.
Material: Muchos friends y algún empotrador, fifi regulable y quizás un pedal para el paso de la pitonisa, ya que es un poco delicada.
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