El destino nos arrastro hasta este rincón entre devaneos y sortilegios. Tomamos la senda del frescor y cuando quisimos acordar estábamos situados al pie de esta sombría tapia.
La cosa arranca en una difusa rampa entre bosque y roca que va enderezando hasta hacerse pared. La vía esta bien encontrada, por un terreno semiherboso va buscando el paso limpio y estético. Los largos difíciles son chulos de hacer.
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