Nos descubrimos una tarde remontando las pedreras que conducen al dominio del silencio, a las fauces del esfuerzo sin recompensa, a la morada de la simple pureza. El ocaso nos sorprendió en el lugar adecuado, así que nos aposentemos haciendo nuestro un maravilloso rincón de mundo, comimos y dormimos como buenamente pudimos, compartiendo miserias y riquezas. El orto nos regalo maravillosas visiones, colores, aromas, y algo intangible suspendido en el aire.
Arrastrados por una pasión delirante que nos hace vagar en el linde de lo demencial, danzamos entre las eternas dos caras de una cresta, haciendo filigranas entre lo retorico y lo improvisado. Sorteamos algunos tramos verticales y cresteamos mucho................mucho. En la lejanía se aproximaba una elevación, apenas una protuberancia algo mas acentuada, quizás la cima.
Al fin el fin del ascenso, una esperpentica cruz de metal rodeada de despojos, que un día pretendieron significar algo para alguien. Nos recompusimos e iniciemos el largo descenso, atravesando incómodos terrenos nos emborrachemos de saltos, equilibrios, pasos, apoyos y toda suerte de avances. Por ultimo el asfalto grisáceo símbolo inequívoco del final, del regreso a una realidad paralela que transcurre ajena al mundo que la rodea. ¿Disfrutamos? no lo se, pero ¿Cuando volvemos?.
Material: Pues un poco de todo cintas Largas, algun fisurero/friend, botas alpinas, crampones, un piolo y nosotros el saco de dormir.
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